27 de abril de 2010

Una solución para el Déficit Público: La Inflación...



En el siglo XVI el Padre Francisco de Vitoria justificaba el magnicidio cuando el gobernante hacía perder valor a la moneda, ya que ello suponía robar a los pobres en su bolsillo. Esta enseñanza del precursor de la Escuela de Salamanca nos recuerda cómo la inflación afecta sobre todo a aquellas capas sociales más desfavorecidas, en concreto a quienes que no pueden referenciar sus rentas a la inflación (alquileres) o carecen de la cobertura de determinadas cláusulas de salvaguarda en los salarios que perciben.
La actual situación de Grecia y lo que pueda ocurrir con otros países, supone una grave amenaza fruto del déficit público y puede generar tentaciones inflacionistas que traten de aligerar los desequilibrios presupuestarios.  Una situación que se produce cuando el Estado gasta más de lo que ingresa. Veamos cómo en Europa se produce una gran incoherencia: Los miembros de la zona euro han cedido su soberanía en materia de política monetaria a la Unión Europea, siendo el Banco Central Europeo su ejecutor. Sin embargo la política fiscal es responsabilidad de cada uno de los países miembros. Cuando parecía que la situación monetaria se estabilizaba y el BCE comienza a retirar sus ayudas extraordinarias nos encontramos con un problema fiscal de primer orden y que solo puede ser solucionado mediante la voluntad política de los distintos gobiernos, que por ahora no parece que quieran asumir su coste electoral.
¿Son independientes la política monetaria y la fiscal? En absoluto. Tres son las vía de obtención de dinero por parte de los estados.
    1. Los tributos.
    2. La emisión de deuda publica.
    3. La impresión de billetes o señoreaje.
Qué dolorosa la primera. La voluntad de los gobiernos choca con la medida económica más antipopular. El incumplimiento de la promesa "No more taxes", le costó la reelección a George Bush padre. Es más, la recaudación solo aumenta en el corto plazo, en el largo desincentivan la actividad y disminuyen capatción de fondos.
La deuda pública tiene el efecto perverso de expulsar el crédito al sector privado, ya que los recursos escasos de la economía fluyen hacia la mayor calidad crediticia de la administración pública. Terrible, en una situación como la presente donde se reclama a las entidades financieras que abran el grifo.
Cuando se imprime dinero, aumenta la masa monetario y la inflación sube rápidamente y el dinero líquido pierde valor. Actúa así como un impuesto sobre el efectivo.
Ésta será la gran  tentación, la solución fácil a corto plazo para los gobiernos occidentales de uno y otro lado del Atlántico para aligerar el peso del déficit público. Y tengan cuidado porque un reciente artículo en The Ecomomist se hace eco de una posible Inflation Solution avalada por el FMI (!¡). 

Esperemos que la responsabilidad sea la que impere y que el escenario no se desarrolle del siguiente modo: Los países de la zona euro acuden en ayuda de Grecia mediante la emisión de más deuda que facilite los recursos que Atenas necesita. Los griegos son incapaces políticamente de contener el gasto público y sin embargo no se les expulsa del euro ya que impera la política de integración frente a la ortodoxia económica y además otros países tampoco son capaces de tomar las necesarias medidas de ajuste de gasto público. Los mercados internacionales tienen la respuesta que se imaginan. La Unión Europea debe ser salvada y se relaja el mandato político sobre el BCE en su papel garante de la estabilidad de precios. Pobreza futura asegurada.

Menos mal que para despertar de la pesadilla nos queda Alemania...donde se dice que no todos sus 82 millones de habitantes creen en Dios, pero donde todos creen en el Bundesbank.
¿Cómo proteger su patrimonio frente a la inflación?
  • No adquiera deuda pública remunerada a tipo de interés fijo. La inflación hará que si el tipo nominal que tenía su título era del 4% y la inflación se eleva al 5%, su rentabilidad real será negativa. Su país se lo agradecerá, su bolsillo no.
  • Invierta en Oro, es un activo que preserva el valor en el tiempo. No es dinero fiduciario (que depende del crédito y confianza que merezca) como el que podemos llevar en el bolsillo, sino que su valor es intrínseco.
  • La Bolsa de Valores recoge en el beneficio de las empresas los ingresos y gastos de las empresas. Históricamente es una salvaguarda del patrimonio en etapas de crecimiento sostenido de los niveles de precios.
Esperemos por tanto, que en el anecdotario de la historia económica de Europa solo se recoja como pasaje intrascendente la frase que aquél presidente de gobierno le dijo a su ministro de economía: "Pedro, no me digas que no hay dinero para hacer política..."
¿Y qué fue de Francisco de Vitoria? La inquisición lo encausó. Su denuncia era incómoda para el gobierno de la época. Hay cosas que cambian poco a lo largo de los siglos. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

* Cómo Grecia, nuestros políticos son incapaces de contener el gasto público, suben los impuestos, generan dudas constantemente en los mercados(vease asunto renovables y posible retroactividad de las primas),etc... ¿Habrá que invertir en valores y Bolsas extranjeras?. ¿Tendremos que esperar a que todo estalle para que alguien se ponga las pilas?. ¿Sindicatos callados?. ¿Empresarios sólo proponiendo reforma laboral?.¿Prensa entreteniendo al personal?. ¿Oposición cuyo mensaje no llega?.

P.